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DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES PARA ESCUCHAR Y SU LETRA

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DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES PARA ESCUCHAR Y SU LETRA CLIK ACA

Daniel Viglietti: entre el canto y la acción. Historia de una amistad con Alí Primera y la revolución bolivariana

Daniel Viglietti y Alí Primera están arriba de un avión de combate, sentados donde suelen ir los paracaidistas, sobrevolando el cielo de Nicaragua. Junto a ellos va la cantora chilena Isabel Parra, y el cura y poeta sandinista, Ernesto Cardenal. Es 1983, han pasado cuatro años de aquel ingreso triunfal rojo y negro por las calles de Managua, de la victoria revolucionaria. Isabel, Alí y Daniel han participado del inmenso recital por la paz, y ahora se dirigen al sur del país, a Solentiname, la isla situada en el lago Cocibolca, donde Ernesto, desde 1966, ha venido desarrollando un trabajo con las comunidades.
El cura de la teología de la liberación y ahora también ministro de la cultura, quiere que los cantores americanos conozcan la realidad construida en la isla, al igual que lo ha hecho con tantos compañeros, como, entre otros, el escritor Julio Cortázar. Antes de embarcarse hacia la isla para el recorrido, el grupo se dirige al cuarte de San Carlos, en la zona de frontera con Costa Rica. Al llegar, Alí toma su cuatro y comienza a cantarle ante un grupo de aproximadamente 15 milicianos sandinistas. Les convida su música, su palabra, su mirada del mundo y de las luchas, en ese país en revolución, que resiste contra una guerra dirigida desde los Estados Unidos.

Ese es uno de los recuerdos con los cuales el cantor popular uruguayo llegó a Venezuela, para conmemorar los 30 años de la partida física de quien fue su amigo y compañero, Alí Primera. Trae más imágenes de años pasados: unos días compartidos en la playa de Macuto en 1974, donde le realizó una entrevista al músico venezolano que por entonces era criticado por algunos sectores progresistas y de izquierda por usar un lenguaje “muy directo”.

“Yo capté la autenticidad, profundidad, y el hecho de que no había que detenerse en dos o tres canciones para juzgar una obra. Cuando empecé a recorrer su obra, en la medida que lo conocí hablando de cosas políticas, ideológicas, en seguida me sentí cerca, amigo. Si alguien lo cuestionaba yo era de los que defendían”, explica, 35 años después de esos días de playa, cuando Viglietti visitó por primera vez Venezuela y dio algunos recitales en la aula magna de la UCV.

También trae otros recuerdos: el encuentro en México, cuando Alí se enteró que su familia había sufrido un atentado, o en Cuba, en un festival; caminos cruzados con quien define en varias oportunidades como su amigo.
En los años que siguieron a 1974 la figura de Alí tomó otra dimensión: “Fue cobrando una presencia muy grande, se transformó en un protagonista de opinión en lo que pasaba en Venezuela, y también en América Latina, en varios lugares, como Vietnam, con las diferentes luchas del mundo”, cuenta el cantor, cuya última visita a Caracas se remonta a abril del 2013, para las elecciones que dieron la victoria presidencial a Nicolás Maduro.

Hacía entonces pocas semanas desde la partida física de Hugo Chávez, y en las calles se oían de manera permanente las canciones de Alí Primera. “Se produjo un fenómeno natural, que todo lo que significó aquí el cambio a partir del chavismo, hace que esa voz de Alí, que era anterior, se vuelva la banda sonora natural, y eso es muy lindo”, reflexiona sobre quien, junto a la revolución bolivariana, fue ingresando en cada casa del pueblo.

¿Quién era Alí? Lo dicen sus canciones, sus actos: “Me parece que él fue un ejemplo de coherencia entre lo que cantaba, lo que vivía, su pasión por la justicia en Venezuela, a él le tocó vivir épocas donde realmente no se trataba de construir desde el poder, sino de oponerse a un poder injusto, y fue un cantor de opinión muy importante, como nos tocó ser a muchos de nosotros”.

¿Quién es Daniel? “He tratado de ser lo que Mario Benedetti definía como un militante de la vida, lo que yo pienso políticamente es bastante fácil de detectar a través de mi cancionero, se trata de una visión no dogmática de lo que es el cambio revolucionario, y también en diferentes etapas históricas, porque estamos viviendo momentos que son muy diferentes a los 60, 70, donde por más que en el horizonte siempre tenemos en toda América Latina la esperanza de una revolución profunda, ha habido mapas que han cambiando de signo a través de elecciones, y crean un panorama nuevo, que inquieta al imperialismo”.

Y ese imperialismo inquieto y decidido a desestabilizar la revolución bolivariana es con el que nuevamente se ha encontrado Daniel Viglietti en su paso por Venezuela. Porque al igual que abril del 2013, cuando desconociendo la victoria de Maduro la derecha encabezó acciones de violencia callejera asesinando a 11 venezolanos, dos años después la voluntad golpista no ha cesado: una semana antes de la llegada del cantor uruguayo, el presidente anunció la desarticulación de un intento de Golpe.

“Venezuela atraviesa ahora una etapa de amenazas, tensiones, provocaciones, que sabemos muchas veces están planificadas, escritas en inglés norteamericano. Están haciendo todo lo posible por modificar esta experiencia comunitaria, global, de justicia, reparto, trabajo sobre la salud, los bienes populares, las experiencias en los barrios, se está haciendo por parte de la reacción todo lo posible por contrariar esto, que fue obtenido en unas elecciones muy transparentes, de las cuales fui testigo, y sin ninguna duda me resultaron ejemplarizante”, analiza Viglietti, y agrega:

“No solo el caso de Venezuela, sino el caso de Bolivia, Evo Morales, una experiencia que eran inimaginable en un país como Bolivia que era campeón de los Golpes de Estado, era tremendo, y que ahora es un país conducido por alguien del propio pueblo originario, y con qué nivel de apoyo; todo eso despierta agresiones a diferentes niveles, es un poco un fenómeno casi de pulpo, de muchos tentáculos,  como, con los matices que sean respecto del gobierno de Brasil, de Argentina, están intentando desestabilizar”.

Daniel es un hombre que canta, que fue y sigue siendo parte activa de las luchas de su pueblo. De allí nacieron sus letras, melodías, la cárcel en 1972 y el exilio de 11 años que le siguió, cuando Uruguay –como Argentina, Chile, Paraguay, Brasil y Bolivia- estaba bajo el peso de una dictadura cívico-militar. Y él era hijo de un militar, Cédar Viglietti, que, como cuenta, pasó de posiciones de origen conservadoras a ser parte de la fundación del Frente Amplio, el espacio político que hoy está por asumir la tercera presidencia consecutiva.

“Con la historia de mi padre, y de algunos contados militares, tenía ya esa imagen posible, como había ocurrido con respecto a la iglesia: yo soy ateo pero sí había entendido cómo era posible un cambio, un giro, desde la figura del sacerdote colombiano Camilo Torres, a quien le canté en su momento, cómo era posible desde un aparato que funcionaba defendiendo los intereses del poder, cómo era posible revertirlo. Cuando vino el fenómeno de Chávez, con esos antecedentes fui comprendiendo rápidamente el rol que jugaba alguien de un ejército que había sido represor como tantos en América Latina, y educado en la Escuela de las Américas, podía cambiar de signo”.

Entonces desde el principio de la revolución bolivariana Viglietti anduvo cerca, escuchando, mirando, descubriendo: “Viendo el amor del pueblo, la confianza del pueblo venezolano y buena parte del pueblo latinoamericano, que si bien sufre ese trauma muy duro que es la muerte del presidente Chávez, tiene una continuidad que se va dando a través de Nicolás Maduro”.

Por eso nuevamente está en el país, para los 30 años de su amigo Alí, defender la revolución, cantar una y otra vez, despertar con la música ideas, sentimientos, necesidades. Como a él le sucedió de niño al oír a Atahualpa Yupanqui cantando la canción de cuna Duerme negrito, que le “abrió la sensibilidad”.

“Ninguna canción cambia el mundo, es un temblor de sociedad, pero, creo que no hay movimiento de cambio social a través del planeta que no esté acompañado por algo que tenga que ver con la canción, por la música. Tengo confianza en el género, sin creer en milagros, sin darle un sentido de acción de cambio que en las revoluciones y evoluciones sociales de importancia hacen los pueblos, los luchadores, la lucha misma, los sacrificios, pero no son movimientos mudos, están acompañados entiendo yo, siempre por la canción”, y nombra a Carlos Puebla, Chico Buarque, Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños, entre tantos.

Viglietti en sus días venezolanos irá a la tierra natal de Alí, en Falcón, para unirse a los jóvenes cantores bolivarianos, a las voces nacidas en estos años de transformaciones profundas, que desde su búsqueda trajeron la música de su amigo, de quien guarda esa foto, esas historias, el recuerdo de sobrevolar el cielo nicaragüense y oírlo cantar ante milicianos, en el frente de la historia, como hoy, como siempre.
FUENTES
Marco Teruggi 
CONTRAHEGEMOÑIAWEB

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BIOGRAFÍA DE DANIEL VIGLIETTI


Biografía-Nacido el 24 de julio de 1939 en el seno de una familia de músicos - su madre la pianista Lyda Indart y su padre el guitarrista Cédar Viglietti - desde niño 

entra en contacto con la música clásica y popular y estudia guitarra con los maestros Atilio Rapat y Abel Carlevaro. Adquiere así una sólida formación como concertista para luego dedicarse, en los años 1960, principalmente a la música popular.


Durante esta década desarrolla una intensa actividad como cantor, docente y locutor en radio, en el marco de una creciente movilización popular en Uruguay. Participa en el semanario Marcha y crea y dirige el Núcleo de Educación Musical (Nemus). Su primera obra discográfica es “Impresiones para canto y guitarra y canciones folclóricas” en 1963, a la que le seguirán cinco producciones más hasta 1973.


Su obra adquiere un carácter radical de fuerte contenido social y de izquierda con letras asociadas a las luchas populares en Uruguay y en Latinoamérica. En el marco de represión de los movimientos de izquierda que precedió al golpe de estado cívico-militar de 1973, Viglietti es preso en 1972. La campaña por su liberación desde el exterior fue encabezada por nombres como Jean Paul Sartre, François Mitterrand, Julio Cortázar y Oscar Niemeyer. En 1973 comienza su exilio en Argentina, que después continuará en Francia donde vivió por 11 años. Durante el exilio recorre en giras musicales Europa, Latinoamérica, África y Australia, llevando su canto y denunciando a la dictadura uruguaya.


Su exilio termina con su regreso a Montevideo el 1 de septiembre de 1984, donde es recibido por miles en un recital que recuerda como "el más emocionante en 40 años de carrera". Desde entonces edita y reedita numerosos trabajos entre los que se destaca, en particular, el titulado A dos voces con Mario Benedetti en 1985, reflejo discográfico de numerosos recitales realizados junto al gran poeta uruguayo durante el exilio compartido por ambos.


Su obra:

Su obra musical se caracteriza por una particular mezcla entre elementos de música clásica y del folclore uruguayo y latinoamericano. Desde "Hombres de nuestra tierra", su segundo disco a dos voces con Juan Capagorry, inicia un trabajo compartido con escritores, musicalizando luego poemas de Líber Falco, César Vallejo, Circe Maia, los españoles Rafael Alberti y Federico García Lorca, el cubano Nicolás Guillén entre otros.


Entre sus composiciones más conocidas están A desalambrar, Canción para mi América, Milonga de andar lejos y Gurisito.


Algunos intérpretes de su obra:

Victor Jara

Amparo Ochoa

Isabel Parra

Joan Manuel Serrat

Mercedes Sosa

Chavela Vargas

Soledad Bravo


Discografía:

Canciones folklóricas y 6 impresiones para canto y guitarra (Antar PLP 5024, 1960)

Hombres de nuestra tierra (junto al narrador Juan Capagorry. Antar PLP 5045, 1964)

Canciones para el hombre nuevo (Orfeo, 1968)

Canto libre (Orfeo ULP 90.537, 1970)

Canciones chuecas (Orfeo ULP 90.558, 1971)

Trópicos (Orfeo, 1973)

En vivo (Le Chant du Monde, 1978)

Trabajo de hormiga (Music Hall, 1984)

Por ellos canto (Orfeo, 1984)

A dos voces junto a Mario Benedetti (Orfeo, 1985)

A dos voces junto a Mario Benedetti (Orfeo, 1987)

Esdrújulo (Orfeo, 1993)

A dos voces junto a Mario Benedetti (Orfeo, 1994)

Devenir (Ayuí / Tacuabé, 2004)


Enviada por pampin52


FUENTES DE MUSICA . COM



Daniel, el Flaco. y A propósito de Viglietti; me gustan los estudiantes

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Uno puede irse de muchas formas de este mundo, uno puede morir de mil maneras, sin embargo son contadas las ocasiones en que una partida tiene la magnitud de gritos de lucha y logra ensanchar el pecho de tantos y tantas.
Tanto, tanto, tanto amor y no poder nada contra la muerte. Y no se trata de estar tirando puñetazos al viento, se trata de agradecer. De agradecerle a Daniel, el Flaco, por prestar sus espaldas gigantes para que pequeños e insignificantes como nosotros, pudiéramos llegar hasta el hoy.
He leído cientos de saludos y recuerdos sobre Daniel, el Flaco, en estas horas que se han colocado en las redes. Además, fue momento de hablar con mucha gente sobre Daniel, el Flaco. Y sobre todo, fue momento de remover entre mis recuerdos las anécdotas que lo involucran.
El lugar común de todas las despedidas y de todos los recuerdos, es que Daniel estaba presente. Lograba desafiar las leyes de la física y estar en varios lugares al mismo tiempo si de acompañar luchas, si de luchar se trataba. Esa imagen de Daniel llegando, al paso que se abre la mañana de la noche más oscura, con su boina, su guitarra al hombro y su “acá estoy, presente”.
Todos tenemos una historia de ese tipo con Daniel, que siempre implicaba el compartir unas canciones, contagiar la esperanza de las luchas y conversar con ese calor trafoguero sobre la vida.
No pretendo en esta columna compartir un recuerdo más, una singularidad. Quiero sí, ensanchar, levantar, observar, al hombre que nos juntaba a todos a su alrededor. Al que nos enseñaba que la importancia de las luchas sociales, era justamente la lucha, ya que allí nos dignificábamos y nos constituíamos como hombres y mujeres libres.
Daniel, el Flaco, nos vincula con la esperanza, con los desprotegidos, con los naides. Daniel es una conexión con el compromiso que asumimos como un puñado de sueños en nuestra adolescencia, de que debe haber patria para todos y con todos. Daniel, me junta además, con queridos, queridísimos compañeros con quienes compartimos la intención, la necesidad y la fuerza por transformar este mundo, por hacerlo de nuevo.
Qué mejor recuerdo para un hombre, para un luchador, para un revolucionario que tomó por arma la guitarra y por balas unas cuantas partituras, aún sabiendo que papel contra bala no puede servir. Qué mejor recuerdo, y homenaje que esa fotografía donde nos encuentra juntos. Daniel, es ese palito de colmena que nos fue juntando. Daniel son esas canciones que mi adolescente escuchaba para arrancar el día, juntando argumentos en sus canciones para transformar la vida.

Me tocó mirar la ida de Daniel desde Salto. No pude ser parte del mar de Pueblo en el Solís para despedirlo. Sí pude compartir con él noches, días y rondas en ocupaciones de fábricas, de liceos, en marchas. Sí pude estar con él en el patio de la Chola en Treinta y Tres, entre mates y guitarras. En su casa, por un abrazo rápido.
Mi hermano, desde el norte, mientras intercambiábamos mensajes al enterarnos que Daniel, el Flaco se nos fue. Mientras recordábamos y pasábamos una y otra vez por la marca que nos dejó, nos hizo llegar a modo de recuerdo lo siguiente:
“Yo puse canciones chuecas y lloré desde el principio, pensando y sintiendo que se me está muriendo la infancia, niño de primavera, sol trafoguero, allá en Vietnam, mis pasos perdidos del norte hacia el sur, el pan que saldrá del horno, tanto amor y no poder nada contra la muerte… papel contra bala no puede servir. Se muere Peter Pan, y su sombra se llena de luz… te acordás antes de irnos al IAVA, lo escuchábamos hasta transformar sus letras en nuestros argumentos…mirada clara, cabello corto, la nombro ¡primavera!”.

Daniel, el Flaco  Por: Camilo Álvarez

fuentes de diario la republica



Hace unos años fuimos a tocar con La Chancha a un evento organizado por estudiantes de la Facultad de agronomía y compartimos escenario con Daniel. Previo a subirnos al escenario, mientras compartíamos una charla de camaradería, los estudiantes nos ofrecieron chorizos al pan para comer. Quiso la mala fortuna que dentro del chorizo que le había tocado a Daniel viniera como si se tratara de un atentado a su dentadura, un trozo de alambre. Al morder, Daniel casi se traga el alambre… lo sacó de su boca y les dijo al grupo que repartía los chorizos: Muchachos… ¡a desalambrar! Una genialidad de su parte. Gracias Daniel por tu música y tu buena onda para nosotros que aprendimos a escuchar entre las tinieblas esas canciones amanecidas. (Del muro de Facebook de Yanny Ippoliti).
Larai, larai, larai, larai, laralero…
En casa había un disco simple de pasta de Viglietti, mi viejo lo tenía como un tesoro a resguardo de miradas indiscretas en tiempos de libertades restringidas hasta para escuchar música. Eran los cantantes de protesta, los de pelo largo, los que la dictadura había prohibido para evitar que otros escucharan el mensaje de libertad en clave de sol.
Aquel disco simple encerraba pocas canciones pero fueron un ícono para mi infancia acotada a la clandestinidad de los mensajes de mi padre en medio de una huelga general que duró mucho más que 15 días. Me sentaba a escucharlo con aquel pasadiscos marca Lyon que transformaba aquel plástico en canción y la canción en mensaje libertario.
Aquel artefacto de una modernidad en ciernes de la década del 70, me transportaba a un campo sin alambrados o a una marcha de estudiantes con tonadas pegadizas que se volvieron un himno al que podíamos “escuchar bajito”.
Junto a aquel disco simple de Viglietti, otro de Zitarrosa nos dejaba la imagen del milico con aquella chamarrita que tarareábamos sin parar en una especie de susurro cómplice que identificaba compañeros. Eran pequeños trofeos atesorados hasta hoy, camuflados entre otros “long play” que aún esperan una púa para hacerse oír.
Con el tiempo recuperamos la democracia y aquellos tiempos oscuros de silencios y vedas quedaron atrás. Pero quedan esos discos de pasta, los casettes de cinta, los discos compactos, los archivos mp3 y cuanto soporte llegue para contener la voz hecha canción de artistas que hacen de su arte un estandarte de lucha por los que menos tienen.
Qué hubiera sido de nosotros sin su existencia, en aquellos años oscuros de censuras, desempleo, cortes de luz, carestía, escasez y crisis institucional. Ellos supieron mantener viva la llamarada, esa que invitaba a envidiar las madrugadas de soles trafogueros.

Con la música a otra parte
Me crié en dictadura, amanecí tarde a la vida política. Hijo de padres obreros, mi visión de aquellos años está muy marcada por aquella huelga general que llevó a tener solo agua con limón en la vieja heladera Ferrosmalt… y por aquellos viejos discos de pasta que aún conservo.
Se fue Zitarrosa a poco de su retorno del exilio y nos dejó el sinsabor de haberlo disfrutado muy poco. Se fue el Sabalero, y con él se llevó aquel pantalón cortito y hasta la bolsa de los recuerdos que hicieron parte fermental de nuestros años de escuela. Se fue Benedetti, quien supo darles letra y hace muy poco se fue el Bocha Benavides, que también nutrió a los cantores del pueblo.
Este 30 de octubre -vísperas de una fiesta importada que nos invadió sin pedir permiso- se fue Daniel Viglietti, y con él se va una parte importante de esa infancia y adolescencia. Pero nos queda un legado de canciones, letras e historias como las que vivió el batero de La Chancha con que arrancamos esta columna.
Los cantores no se mueren, siguen vivos en sus melodías, inmortalizados en aquellos viejos discos de pasta que encierran mucho más que acordes, encierran historias de luchas por ideas que se hicieron canciones mensajeras de revolución.
Ayer volví a mi casa temprano, desempolvé el viejo tocadiscos Lyon y eché a rodar aquel disco simple de Daniel…
“Me gustan los estudiantes/porque son la levadura,
del pan que saldrá del horno/con toda su sabrosura…”

A propósito de Viglietti; me gustan los estudiantes  Por: Fernando Gil Díaz, Analista

fuentes de diario la republica